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México siempre fiel-1era. visita


San Juan Pablo II visitó México en 5 ocasiones

El 25 de enero de 1979 viajó a República Dominicana, en una escala que lo llevaría a la primera de sus cinco visitas pastorales por México. Poco después de su subida al Papado.

El 26 de enero de ese año, el Papa aterrizó en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a bordo de un avión comercial de AeroMéxico; lo primero que hizo al descender de la aeronave fue besar el suelo mexicano, en una imagen que sorprendió y conmovió al mundo. El Papa se tardó 11 años en regresar a México. Y es que en 1981 el turco Mehmet Ali Agca lo baleó en la Plaza de San Pedro, poniéndolo al borde de la muerte y en un proceso largo y penoso de recuperación.

"Unión de fe, México fiel para siempre"
"México fue la nación que visitó Juan Pablo II en su primer viaje como Pontífice y regresó cinco veces. La consideró su segunda patria. En todos sus viajes abogó por los indígenas y demandó que se respetaran sus derechos."

La primera visita de Juan Pablo II a México, un Papa que ha dejado una honda huella en nuestro país fué un enamoramiento mutuo. México se entregó al Papa y el Papa se entegó a México. Como Sumo Pontífice regresó cinco veces, formando una unión con los mexicanos, a los que ha considerado siempre fieles. Él mismo mostró siempre su amor a al Virgen de Guadalupe y a la cultura mexicana.

No habían pasado ni tres meses de haber asumido el pontificado, cuando el fuerte Papa polaco, Karol Wojtyla, llegaba históricamente a México, atraído por la imagen de la Virgen de Guadalupe y para estar presente en la reunión CELAM de la ciudad de Puebla.

Eran las 13 horas con 3 minutos del 26 de enero de 1979 cuando la puerta de su avión se abrió. Salió a su encuentro el Presidente José López Portillo; nunca en recepción oficial, sólo algunas frases de cortesía.

Ya en su traslado hacia la Catedral Metropolitana, en el primer Papamóvil de la historia, un camión descubierto de manufactura poblana, Juan Pablo II vivió quizá su primer momento apoteósico: miles de personas arrodilladas en las aceras y el uniforme repicar de 25 mil campanas de los ocho mil templos en la ciudad.
El momento alcanzó su máximo nivel cuando a su paso por la avenida 20 de Noviembre, el estruendo de gritos, cánticos y rezos, lograron que brotaran lágrimas del Pontífice. Gritos a los que estaría por acostumbrarse.

A la mañana siguiente, Las Mañanitas del Coro Juvenil de México del Colegio Alemán, despertaron al jerarca de la Iglesia católica, quien asomó a su ventana y dijo a los jóvenes que "este es el canto más bello del mundo". El canto de los niños al Papa se populariza con la canción Amigo, de Roberto Carlos.

Ese mismo 27 de enero, mientras el Papa oficiaba una misa en la Basílica de Guadalupe, hay registros de que a un costado del inmueble, construido apenas tres años atrás, se hallaba la ambulancia número 7 de la Cruz Roja, donde una mujer daba luz a un niño a manos de dos oficiales improvisados en parteros.
En su tercer día de estancia, el Santo Padre miró a miles de personas que se apretujaban a lo largo de la autopista rumbo a la reunión Episcopal de Puebla, formando una valla ininterrumpida de fieles.

EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
En enero de 1979, Juan Pablo dijo: "De mi país suele decirse: Polonia semper fidelis. Yo quiero decir también: ¡México semper fidelis! ¡México siempre fiel!"
Ahí se encontró con gente ataviada de trajes regionales, charros, chinas poblanas, enfermos en busca de milagros, así como campesinos y curas pueblerinos

Ya en Puebla, el Papa inauguró la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, donde lanzó un fuerte discurso en contra de las tendencias "liberacionistas" de algunos sacerdotes en América Latina.

Juan Pablo II también visitó Oaxaca. Su ánimo y energía iban en aumento. Aunque su estancia fue breve, ofició misa en la Catedral, donde Esteban Hernández explicó en zapoteco la situación indígena en México.

En el quinto y sexto días de actividad, el Papa se reunió con integrantes de la Iglesia católica en Guadalajara y visitó la Ciudad de Monterrey, lugares donde nació la tradición de despedirlo con los reflejos de miles de espejos que veía desde el aire desde la aeronave.